El cultivo del mejillón en Galicia tiene un serio enemigo: el fouling . Es el término inglés con el que se conoce a las comunidades de microorganismos de fauna y flora que se adhieren a los diferentes sustratos sumergidos en el mar. Para los acuicultores, el fouling es una auténtica pesadilla, porque, al pegarse a las mallas, jaulas y otros accesorios utilizados en los cultivos marinos, impiden el paso de los nutrientes con los que se alimentan las crías.
José Ángel Vidal, gerente de la empresa Ecoplas Barbanza, con sede en Pobra do Caramiñal, conoce bien el problema. La firma que dirige se dedica a la fabricación de las mallas en las que se depositan los mejillones en el mar, bajo las bateas, a la espera de su venta en fresco. Explica que el fouling no solo provoca la mortandad de buena parte de los moluscos guardados en esas mallas -que puede afectar a entre un 10% y un 30% de ellos, dependiendo del tiempo que estén sumergidos bajo el agua-, sino que además disminuye el engorde de los ejemplares.
Ahora, la Universidade de A Coruña (UDC), su grupo de microalgas y su laboratorio de polímeros, este último con sede en Ferrol, ha lanzado un proyecto de investigación con el que esperan resolver los problemas causados por el fouling .
El objetivo se centra en conseguir un nuevo material plástico que sea capaz de liberar, de forma controlada, un biocida que evite la fijación de los microorganismos a las mallas, pero que no sea nocivo ni para los mejillones ni para el medio ambiente marino. «Es lo que se conoce como polímeros inteligentes», explica la investigadora María José Abad, responsable del grupo de polímeros de la UDC.
El proyecto se dedicará, en una primera fase, a identificar qué tipos de microorganismos son los que con más frecuencia se adhieren a los sacos. Y en una segunda fase, los científicos de la UDC crearán diferentes tipos de plásticos, con el biocida ya aditivado, para ver cuál de ellos es más eficaz contra el fouling .
La empresa espera obtener una malla capaz de repelerlo a finales del 2010, cuando el proyecto de investigación llegará a su fin.
José Ángel Vidal, gerente de la empresa Ecoplas Barbanza, con sede en Pobra do Caramiñal, conoce bien el problema. La firma que dirige se dedica a la fabricación de las mallas en las que se depositan los mejillones en el mar, bajo las bateas, a la espera de su venta en fresco. Explica que el fouling no solo provoca la mortandad de buena parte de los moluscos guardados en esas mallas -que puede afectar a entre un 10% y un 30% de ellos, dependiendo del tiempo que estén sumergidos bajo el agua-, sino que además disminuye el engorde de los ejemplares.
Ahora, la Universidade de A Coruña (UDC), su grupo de microalgas y su laboratorio de polímeros, este último con sede en Ferrol, ha lanzado un proyecto de investigación con el que esperan resolver los problemas causados por el fouling .
El objetivo se centra en conseguir un nuevo material plástico que sea capaz de liberar, de forma controlada, un biocida que evite la fijación de los microorganismos a las mallas, pero que no sea nocivo ni para los mejillones ni para el medio ambiente marino. «Es lo que se conoce como polímeros inteligentes», explica la investigadora María José Abad, responsable del grupo de polímeros de la UDC.
El proyecto se dedicará, en una primera fase, a identificar qué tipos de microorganismos son los que con más frecuencia se adhieren a los sacos. Y en una segunda fase, los científicos de la UDC crearán diferentes tipos de plásticos, con el biocida ya aditivado, para ver cuál de ellos es más eficaz contra el fouling .
La empresa espera obtener una malla capaz de repelerlo a finales del 2010, cuando el proyecto de investigación llegará a su fin.
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