viernes, 9 de abril de 2010

Hacia un México mejor, libre de corrupción, mediocridad e impunidad

(texto de Mauricio Terrones, publicado en la revista IBERO, Revista de la Universidad Iberoamericana, Año 1, Número 4, Octubre-Noviembre, 2009).


En los tiempos actuales, la educación de la población en los niveles medios y superiores es más común, lo que resulta en el egreso de una cantidad significativa de profesionistas o técnicos que, en principio, pretenden tener un México y un mundo mejores. Por otro lado, la sociedad ha adoptado una filosofía desmedida del consumismo,lo que ha traído graves consecuencias: derroche de los recursos naturales, contaminación de suelos, aire y agua, y, junto con ello, el valor del dinero es cada vez mayor que la satisfacción profesional y el servicio a los demás, o bien más importante que la solución de problemas de alto impacto social.

Entonces, tenemos por un lado, un mundo muy evolucionado tecnológica y administrativamente que, en los últimos sesenta años, ha tenido la capacidad de avanzar de una manera muy significativa. Algunos de los principales desarrollos en las últimas décadas comprenden el descubrimiento de los medicamentos que han salvado un sinnúmero de vidas (entre ellos, los antibióticos, la insulina, diversas vacunas), las computadoras, la Internet, nuevos materiales,
etcétera. Sin embargo, al mismo tiempo que hemos tenido todos estos logros tangibles, existe una decadencia en la formación de personas con bases robustas de valores y de ética profesional.


Estos valores humanos hacen que la población pueda también realizarse a plenitud. El resultado de esta dualidad consumo-tecnología y ética-humanismo, y su divergencia cada vez más pronunciada, nos exigen urgentemente el planteamiento y aplicación de nuevos modelos de educación, a todos los niveles, que ayuden a mitigar esta divergencia y que en el futuro, el ser humano pueda tener un mundo más equilibrado de valores, ética y desarrollos tangibles.

Mi formación profesional ha sido la de un científico pero, gracias a la educación en casa y a la formación jesuita que recibí en mis estudios profesionales, he podido conjuntar el servicio a los demás, la importancia de la ética profesional en la vida diaria, la calidad de mis logros a nivel internacional y la congruencia de mis actos con mis palabras. En el transcurso de mi vida me he percatado que en la sociedad actual los valores y la ética profesional no son importantes en la vida cotidiana, y al parecer lo más importante es lograr superarse a través de un egocentrismo desmedido que busca el bien personal sobre todas las cosas. Esto ha dado como resultado la falta de un compromiso genuino con la sociedad y la ausencia de apoyo en la solución de problemas de alto impacto social a nivel nacional y mundial.

Considero que el problema que arriba menciono tiene raíces y se ha incrementado en las últimas décadas, debido a la copia fiel de los modelos capitalistas en los países en vías de desarrollo. En los países altamente industrializados, los valores, la ética y la importancia de la familia (la célula de la sociedad) parecen no ser una prioridad. Considero que esta decadencia, que tuvo lugar entre los últimos cuarenta o sesenta años, ha producido nuevas generaciones preparadas primordialmente para contribuir al progreso tecnológico-administrativo-mediático, pero no al desarrollo en las áreas humanísticas que son las que contribuyen a tener una conciencia de la sociedad, la familia y su importante papel en la realización del ser humano.

Desafortunadamente, estos dos mundos divergentes, se acentúan más en los países altamente desarrollados, y la carencia de la formación humanista a todos los niveles ocasiona que no se comprenda la importancia del balance de estos mundos para el progreso unificado de una sociedad, que sea más igualitaria, libre de corrupción y libre de mediocridad.

Frente a estas divergencias es muy importante desarrollar nuevos esquemas educativos a todos los niveles (desde preescolar hasta la educación superior y de posgrado), que promuevan la formación de seres humanos comprometidos a mejorar las condiciones socioeconómicas de nuestro país, para que exista mayor equidad, menos ciudadanos en extrema pobreza y una sociedad con valores éticos y morales bien establecidos. Además, la formación de todo ser humano (incluyendo los científicos) debe ser fundamentada y reforzada en el núcleo familiar. Con esta base sólida (familia-instituciones educativas) será posible erradicar la mayoría de los males sociales que nos aquejan.

Estoy convencido de que una correcta educación de las nuevas generaciones va a capitalizar en la creación de la conciencia general de varias problemáticas nacionales y mundiales. Dentro de la familia, considero que la formación ética, de valores y la congruencia de éstas en la vida diaria, son importantísimas para el desarrollo de los individuos en un ambiente de cordialidad y realización a plenitud. También estoy convencido de que el trabajo en equipo y sinérgico es vital y ha demostrado que personas de diferentes países y religiones pueden trabajar conjuntamente y en armonía con el fin de resolver problemas que nos afectan a todos.

Dentro de mi formación profesional en la Universidad Iberoamericana, en la cual siempre se me dio libertad de pensamiento y credo, tuve la oportunidad de ser testigo de la importancia de materias obligatorias de integración con estudiantes de otras disciplinas. En particular, éstas son cinco materias, las cuales pretenden dar a conocer este componente humanista y social del que carecen las demás universidades del país. Sin embargo, creo que este esquema debe ser transferido a otros niveles y debe ser instituido y fortalecido a lo largo de toda la formación de los individuos. Algo que siempre llevo conmigo es el lema de la Universidad Iberoamericana: “La verdad nos hará libres”. Ha sido muy importante a lo largo de mi vida, y yo en innumerables ocasiones la practico, especialmente, en situaciones adversas (en las que no hay que doblegarse).

Recomiendo a los lectores que practiquen y transmitan esta frase tan corta pero que significa mucho.

Hablando siempre con la verdad, y practicando cada día la denuncia, estaremos erradicando eficientemente la corrupción, la mediocridad y la impunidad. Asimismo, la libertad es vital para el desarrollo de los individuos, ya que sin ella, se truncan los ideales y las metas de las personas en general y de los profesionistas en particular. Si no somos veraces, nuestra libertad siempre estará comprometida y la realización personal se extinguirá día con día.

Algunos valores que considero importantes en el desarrollo humano-profesional son: la verdad, la libertad, la ética profesional, el cuestionamiento ante situaciones y la propuesta de posibles soluciones, el servicio a los demás, y la congruencia de nuestros actos con nuestras palabras. Hay que recordar que existen problemas serios en nuestro país y en el mundo, como son: la corrupción, la impunidad, la mediocridad, la inanición, la pobreza extrema, la insalubridad, la inseguridad, el analfabetismo, la falta de identidad o nacionalismo, la superstición excesiva, la falta de compromiso con la sociedad, la pérdida de nuestros valores, nuestras costumbres y raíces, el derroche de los recursos naturales, la contaminación global, y todo ello, en el caso de
México, dentro de un país rico habitado por gente hambrienta.


Utilizando los elementos arriba descritos es necesario diseñar planes educativos que fortalezcan la transmisión de los valores mediante la impartición de materias (o actividades), que promuevan la concientización de las problemáticas mencionadas, utilizando las sinergias (trabajo en equipo) y la multidisciplina y apertura como elementos de progreso. Estos tienen que ser adecuados a cada sociedad, atacando específicamente sus problemáticas.

Estos planes o modelos también tienen que comprender actividades con la familia, con el fin reforzar los valores y la importancia de la ética profesional y el servicio a los demás. Para ello es necesario concientizar a las autoridades correspondientes a nivel federal, estatal y municipal, acerca de la importancia de impulsar esta filosofía unificada, que en un mediano plazo podría tener un impacto positivo en el desarrollo social. Sin embargo, considero que para realizar estos cambios adecuadamente, es necesario contar con verdaderos líderes sociales y no políticos caducos que únicamente buscan la satisfacción personal o la de sus partidos. Los líderes genuinos podrán concientizar a los padres de familia de la urgencia de una educación robusta, reforzando la congruencia, el cuestionamiento, la denuncia y la importancia de que esta filosofía trascienda a otras generaciones. La ventaja de que un líder social comience a activar esta filosofía educativa es mucho más probable que el deseo de que las autoridades finalmente decidan o acuerden llevar a cabo estos cambios. Por lo pronto, no hay que perder más el tiempo, y sugiero que los profesionistas transmitan a sus colegas la importancia de la búsqueda de la verdad, de los valores éticos y de la libertad, para así alcanzar un progreso socioeconómico balanceado que podrá potenciar a México.

1 comentario:

nanoconflicto dijo...

Es realmente evidente la posición de Mauricio Terrones, desde hace mucho tiempo, respecto a la ética profesional y a la existencia de una tendencia en nuestro país para demeritar, atacar y expulsar a aquellas personas que quieren hacer las cosas y se atreven a denunciar los actos de injusticia y corrupción.
Pero no están solos: mas les vale a los actores de estas corruptelas e injusticias empezar a preocuparse, porque sus días están contados.