Para las decenas de lumbreras científicas que los apoyan, los hermanos Terrones son dos de las más brillantes estrellas de la ciencia en México y han elevado el perfil de la nación en nanotecnología. Sin embargo el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICYT), un instituto federal en San Luis Potosí, despidió a Humberto y Mauricio Terrones Maldonado en diciembre, y su futuro en su país natal ahora se ve poco prometedor.
Líderes de la ciencia internacional dicen que el caso sirve de ejemplo de como burocracias científicas bien afianzadas en países en desarrollo pueden ahuyentar a investigadores prometedores, particularmente a aquellos entrenados en el extranjero.
"Esta es una gran pérdida para la ciencia mexicana," dijo Mildred Dresselhaus, una investigadora en nanotecnología en el Instituto Tecnológico de Masachusetts (MIT) en Cambridge y ex-presidenta de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia [AAAS, por sus siglas en inglés], quien ha abogado en favor de los Terrones.
David Ríos jara, director del IPICYT, rechaza esos argumentos. "La percepción de los científicos extranjeros de que la ciencia mexicana esta en un peligro inminente es una simple malentendido," dice él, añadiendo que "hay alrededor de 20,000 investigadores en el país realizando investigación de alta calidad en muchas áreas".
Ríos dice que se vio forzado a cesar de sus puestos a los hermanos porque habían violado reglas del instituto y leyes mexicanas. Él dice que los científicos fuera de México han oído sólo un lado de la historia.
Después de recibir sus doctorados en el Reino Unido y hacer trabajo postdoctoral en el extranjero, los Terrones regresaron a México y establecieron el primer laboratorio de nanotecnología del país, localizado en IPICYT, hace casi una década. Obtuvieron varios proyectos con fondos grandes, colaboraron con científicos del más alto nivel al exterior y publicaron artículos muy citados sobre nanotubos de carbono y "buckyballs" en revistas científicas de alto impacto.
Pero pocos años atrás, surgieron desacuerdos entre los Terrones y la administración del IPICYT sobre la operación de su laboratorio (veáse Nature 454, 143; 2008). Las tensiones entre ambos lados llegaron a una crisis el año pasado, y los hermanos fueron expulsados de su laboratorio en diciembre.
"Nunca podría trabajar en un país en desarrollo otra vez," dice Mauricio. "Otras universidades mexicanas tienen miedo de contratarnos," añade Humberto.
El Centro de la Atención
En un e-mail a Nature el 25 de Febrero, Ríos acusa a los hermanos de varias "iregularidades": no incluir al IPICYT en cuatro solicitudes de patentes tecnológicas, no asegurar la autorización adecuada para viajar extensamente el año pasado y trabajar de manera inapropiada para una universidad privada. Los Terrones niegan cualquier conducta inapropiada y culpan a envidias profesionales de su despido, acusación que Ríos rechaza.
En 2008 la situación de los hermanos Terrones atrajo la atención de prominentes científicos, incluyendo al investigador británico Harold Kroto y al mexicano Mario Molina, ambos ganadores del Premio Nobel en Química. Ambos cabildearon infructuosamente por un arreglo con el Presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, y otros funcionarios de alto rango. Kroto y alrededor de otros 70 científicos están otra vez presentando una petición de apoyo para los hermanos (ver Correspondencia de H.W. Kroto et al., página 160 [Nature vol. 464, 11 de marzo de 2010].
Los llamados de los investigadores fuera de México no han calmado la situación. En respuesta escrita a las investigaciones de Nature, Rosaura Ruiz Gutiérrez, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencia, dijo que la carta enviada el Presidente Calderón en 2008 "creó una gran cantidad de inquietud en la comunidad científica mexicana, dado que sus argumentos carecen de suficiente conocimiento de las regulaciones en instituciones mexicanas". Ruiz dijo que el caso ha dividido a la comunidad científica mexicana y que "existen canales apropiados para resolver este desacuerdo".
Algunos son pesimistas sobre las probabilidades de resolver la disputa. Ljubisa Radovic es un científico de materiales en la Universidad Estatal de Pennsylvania en University Park, habla español y visitó San Luis Potosí en un intento infructuoso de negociar un arreglo; culpa de este callejón sin salida a la administración del IPICYT. "Si tienes a estrellas como los Terrrones, " dice Radovic, "cuidas de ellos".
Dresselhaus tuvo una visión personal de la intensificación del conflicto a mediados de diciembre, cuando visitó al IPICYT para participar en la defensa de tesis doctoral de Jessica Campos-Delgado, una de los estudiantes de los Terrones. Un número inusual de guardias uniformados estaba presente, aparentemente para evitar algún disturbio por parte de los estudiantes que apoyan a los Terrones, de acuerdo a ambos hermanos y a Campos. La presencia de los Terrones fue interrumpida intermitentemente para discusiones con sus abogados y los administradores [de IPICYT]. Alrededor de ese tiempo sus cuentas de e-mail fueron canceladas, y al final de diciembre, sus cheques de nómina dejaron de llegar. "Todo el suceso fue estrambótico," dice Dresselhaus.
Kroto, quien supervisó el doctorado de Mauricio en la Universidad de Sussex en Brighton, Reino Unido, dice que le preocupan los estudiantes restantes de los Terrones. En un e-mail dirigido a "la Comunidad Internacional" a fines de enero, varios estudiantes y trabajadores del grupo de nanotecnología de los Terrones dijeron que "quedamos extremadamente preocupados de que se nos despida por un capricho" y que habían sido presionados para retractarse de sus críticas de la administración.
Ríos dice que la administración del IPICYT ha ofrecido su completo apoyo a los estudiantes que quedan. Los estudiantes actuales declinaron peticiones de ser entrevistados por Nature.
Campos, quien recibió su grado doctoral, dice que sigue agitada por el despido de los Terrones. Ella pronto saldrá de México para dirigirse a una estancia postdoctoral becada en Brasil. "No sé si regresaré o si pueda hacerlo, si voy a tener que lidiar con la gente que hizo esto," dice ella.
Eso sería una pérdida para México. Durante su entrenamiento doctoral, Campos pasó seis meses en el laboratorio de Dresselhaus en MIT, proporcionando una contribución clave a un método para mejorar nanolistones de grafeno para su producción en masa como semiconductores (X. Jia et al. Science 323, 1701–1705; 2009). MIT, en conjunto con IPICYT, pidió una solicitud de patente, y MIT esta buscando acuerdos para licenciar esta tecnología.
Discusiones Útiles
Dos de las patente que Ríos dice que los Terrones no revelaron involucran al mayor productor de jugos en México, Grupo Jumex en Tulpetlac. Las otras dos pertenecen a instituciones en Japón: el Instituto Nacional para Ciencia de Materiales (NIMS, por sus siglas en inglés) en Tsukuba y la Universidad de Shinshu en Wakasato.
La ciencia de esas patentes fue "parcial o totalmente desarrollada" en IPICYT, escribió Ríos, y "no es necesario decir que tan serio es el robo de propiedad intelectual".
Gerd Reiband, un ingeniero en jefe en Jumex, dice que la compañía pidió ambas solicitudes de patente independientemente porque el trabajo fue desarrollado ahí, no en IPICYT. No hubo un acuerdo para compensación financiera de los Terrones y sus nombres fueron incluidos como una cortesía por útiles discusiones con ellos. Científicos en ambas instituciones japonesas dicen que las condiciones relacionadas con sus patentes fueron similares.
Ajayan Vinu, un científico de materiales en NIMS, trabajó con Mauricio cuando el científico mexicano estuvo en una estancia becada en Japón. Vinu dice que quedó atónito al oír que los consejos que Mauricio había ofrecido habían jugado un papel en su despido.
"Diganles que están locos," dice Vinu, quien no fue contactado para dar detalles por los funcionarios de IPICYT. "Esto es peligroso para la ciencia."
Ambos hermanos permanecen en San Luis Potosí y están considerando acción legal para defenderse contra la terminación de su empleo.
Rex Dalton(Ver Correspondencia, página 160)
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