El Centro Binacional de Nanociencia y Nanotecnología, creado a fines del año pasado por científicos argentinos y brasileños, con el objetivo de impulsar la colaboración científica en la región, inauguró ayer la primera escuela de nanopartículas. El acto contó con la presencia del presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológic, Lino Barañao; y los investigadores Ernesto Calvo, del Conicet; David J. Schiffrin, de la Universidad de Helsinki, Finlandia; Mathias Brust, de la Universidad de Liverpool; y Daniela Zanchet, del Laboratorio Nacional Sincrotron de Luz en Campinas, Brasil.
"Uno de los aspectos quizá más importantes [de las nanopartículas] es su uso en sensores de muy pequeño tamaño para la detección de enfermedades y para estudiar problemas de genética a través del reconocimiento de componentes de los genes", explicó a La Nación el profesor David Schiffrin, quien estará a cargo de los 30 becarios -13 argentinos, 13 brasileños, dos chilenos y un uruguayo-.
Los becarios, junto a otros 30 jóvenes científicos de la ciudad y la provincia de Buenos Aires seleccionados entre numerosos aspirantes, recibirán clases teóricas y prácticas sobre uno de los temas que inspira más expectativas por su potencial para alimentar futuros desarrollos económicos, en el área de la salud e industriales -las nanopartículas ya se están utilizando en motores de autos y ómnibus que funcionan con hidrógeno y oxígeno.
Ernesto Calvo, investigador principal en el Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía, del Conicet, destacó: "La idea de estas escuelas es lograr que los jóvenes que constituyen la futura generación científica en el espacio del Mercosur se conozcan, comiencen a hablar un lenguaje común y a interactuar. Esto es lo que hacen, entre otros, el programa Erasmus y otras redes en Europa.
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