Aunque la era de los nanobots aún no ha llegado, motores baratos con circuitos muy simples y fáciles de fabricar podrían empezar ya a utilizarse para ciertas aplicaciones micromédicas, tal y como proponen científicos de la Penn State University.El más pequeño de estos motores desarrollados por el Materials Research Institute tiene apenas el tamaño de un grano de arroz. A pesar de sus 1,8 milímetros de diámetro y 4 milímetros de largo, su giro es bastante poderoso. Podemos pararlo con la presión del pulgar y el índice, pero si fuera apenas un poco más grande, podría cortar la piel y hacernos sangrar.El objetivo de estos motores es básicamente médico. Esta es la razón de que sean tan diminutos, según el Dr. Kenji Uchino, profesor de ingeniería eléctrica. Algunas de las aplicaciones, por ejemplo, incluyen su uso junto a catéteres urinarios e instrumentos endoscópicos. En la actualidad, los catéteres con instrumentos que desmenuzan las piedras del riñón deben tener unos 3 milímetros de diámetro para que quepan éstos. Con el motor de 1,8 mm, el catéter podrá ser más pequeño y por tanto más confortable para el paciente. El motor posee suficiente fuerza para desmenuzar de igual forma las piedras.En un endoscopio, se podría usar un motor semejante, aunque no necesariamente tan pequeño, para controlar el movimiento de un espejo, que a su vez dirigiría la luz enviada por el filamento de fibra óptica para iluminar un área más amplia en el tracto digestivo superior.Dado que estos motores no son electromagnéticos, sino electromecánicos o piezoeléctricos, no generan campos magnéticos, lo que los hace candidatos a ser usados en procesos de cirugía que precisen imágenes por resonancia magnética (MRI).Los actuales motores son prototipos hechos con materiales ya disponibles, facilitando su producción a gran escala a un mínimo precio.También se están diseñando motores piezoeléctricos para relojes de pulsera, cuyo mercado mundial es de unos 10 a 100 millones de unidades al año.
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